cosas de la navidad

-No es justo.

-¿Qué pasó ahora?

-La dueña de esa casa ha plantado un césped en el tejado para que los renos de Papá Noel se queden más tiempo a pastar y que así le toquen más regalos en Navidad.

-¿Pero no ves que es una casa abandonada?

- Eso es lo que tú te crees, nos tiene muy engañados...

- ¿Conoces acaso a la señora?

- No, pero me la puedo imaginar…

- Ya estamos… anda, acábate ya las lentejas!






feliz Navidá





pequeño poderoso

Un escuadrón de decenas de aviones sobrevolaba la zona intentando encontrarme. Yo era un gigante bien refugiado en la jungla. Mis armas: una bola de chicle envolvente, un pañuelo lleno de mocos radiactivos y bolitas de restos de papel de aluminio del bocadillo de jamón de la merienda. Los malos iban poco a poco cercando el perímetro en el que me ocultaba sin darse cuenta de que estaba allí. Yo andaba escondiéndome en un templo maya o el macetero de la plaza del ayuntamiento del pueblo, no recuerdo muy bien. Cuando los malos estuvieron justo a los pies del templo fue el momento de llevar a cabo mi plan. Solté un GRRRRRRRRAAARRRR!!!!!!!!!!! que retumbó en toda la jungla y empecé a tirar bolitas metálicas de una aleación secreta y nociva que había desarrollado en mi laboratorio secretísimo. Los aviones no podían soportar ni los impactos ni mi gruñido y se fueron volando lejos, lejos…

Y allí me quedé yo, saltando y riendo, viendo como las palomas se iban asustadas a la otra esquina de la plaza.

Tenía 5 años y era el ser más poderoso sobre la faz de la tierra.

blanca y redonda

Estaba tan ciega que no veía que la salida estaba en la puerta.

Solo tenía que girar la manilla, bajar las escaleras y perderme un ratito caminando.

Las calles, así, mojadas, era como más bonitas estaban. Las luces de navidad se reflejaban en los charcos, y con ellas, la luna. Blanca, redonda y brillante jugó conmigo al escondite entre las nubes. Sin quererlo me iba guiando en las sombras. Pasito a pasito me fue acercando a un sonido que me resultaba familiar. Cada vez sonaba más alto, y, de pronto, como por arte de magia, apareció una banda viento metal interpretando Pennsylvania 6-500

Miré al cielo y sonreí.

Esta vez la luna se había escondido detrás de un tejado.

cuando vuelva a casa

Esperaré a que llegue la nieve y jugaré con ella hasta que los guantes me calen y las manos se me pongan rojas, tontas e insensibles. Voy a mirar con una lupa los copos y dibujar las estrellitas blancas sobre un fondo azul. Y cuando me meta en casa, pondré los pies fríos en la chimenea y adivinaré nuevas formas en las llamas mientras huele a madera quemada y tarta de avellana, mmm...
Al ir a la cama me taparé hasta la nariz, le daré una vuelta a la bola del mundo y escogeré un país, apagaré la luz, frotaré los pies y haré las maletas.

dulce hogar…

dulces sueños…


una bolita


Algún día acabaré haciéndolo. Haré una bolita de mí, me encogeré hasta el punto en que mi nariz toque los dedos de los pies y de las manos. Pequeñita como un erizo, un curruspín pero sin púas, que esas pinchan y a mí me gustan las caricias. Voy a cerrar los ojos y pulsar el botón de REW, los dos triángulos que miran a la derecha y cuando todo pase saldré a respirar y a comer turrón chocolate.

22 minutos con el café

09:08 El camarero me miró fijamente y colocó una cuarta silla mientras tomaba mi café con leche y croissant matutino, su majestad Maximiliano XVII el Largo había llegado, como siempre de mal humor. Pobrecillo, no levantaba más de metro y medio de altura pero era el decimoséptimo de la dinastía de los Largos y el nombre ya le venía de familia. La culpa siempre se la echará a su padre que se fue a enamorar de una pigmea y así quedó él, mulatito y chiquitín. Pepi y Loli estaban sentadas en las otras dos sillas. Rara era la vez en la que no me las encontrase discutiendo. Las dos hermanas cada día competían por ser mejores una respecto a la otra en las cosas más bobas y disparatadas. Hoy tocó contar uno a uno todos los granitos de azúcar de los sobres, quien se cansara antes, perdía.

09:30 Junto dos monedas de euro y otros 20 céntimos. Me abrigo bien que ahí afuera está muy frío. Toca empezar el día.

el hombre de debajo de la ventana



Por fin he podido preguntarle al rostro de el hombre de debajo de la ventana que le pasa. Me ha contado que hasta que no vuelva a salir el sol no piensa levantar la mirada. Que la humedad le ha calado los huesos, que está cansado de contar gotas y pájaros de metal. Que ya ni las gaviotas pasan a saludar. Que le hiela ese cielo grisáceo, blanco, luminoso… que quiere ver cielos azules con pequeñas nubecitas blancas y esponjosas que cambien de forma y al menos le hagan soñar…

He pensado en mudarlo a la otra esquina de la habitación, encima del radiador, a ver si le hace compañía el rostro de la mujer de detrás de la puerta

en busca del silencio




se fue en busca del silencio.
en el bolsillo derecho llevaba la soledad.
en el izquierdo, dos bolsitas de migas,
una para dárselas de comer a las palomas,
la otra, para poder volver a casa...








...







cosas de las noches de los miércoles de granizo...









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